Fátima me lo ha dado todo. Fátima lo es todo para mí. Cada vez que escucho la noticia de que alguien ha ido a Fátima, sea por la causa que sea, me alegra profundamente, porque sé de seguro que allí ha estado en buenas manos.
Muchas veces no valoramos nada de lo que tenemos: familia, amigos, casa, salud (aunque a veces sea insuficiente). Pero en verdad digo, lo más importante que hay que aprender a valorar es a Dios y dónde está Dios. Yo puedo decirte el por qué de valorar a Dios y dónde está. Primero empecemos por decir que Él te conoce, sabe dónde vives y sabe por qué vives allí. Sabe quién eres y sabe por qué eres así. Tú estás en Portugal, yo en España. Tú estás muy cerca (más de lo que crees) de Fátima. Yo también estoy cerca, no físicamente sino con mi alma. Yo vivo allí.
Yo apenas tengo 15 años, mas cuando fui a Fátima por primera vez sólo tenía 13. Fue maravilloso, tanto que me cambió la vida y ahora te voy a contar cómo.
Yo no tenía ningún trato con la Vigen, rezaba tres avemarías por la noche porque mi padre me animaba y me ayudaba a hacerlo, pero yo no le encontraba el sentido. Conocía Fátima como algo muy lejano a mí. Mi hermano (13 años mayor que yo) iba allí cada Semana Santa cuando yo era más pequeña y una vez me trajo una Virgencita pequeña preciosa con la que a a veces yo jugaba. Estaba en mi habitación. Recuerdo sólo una clase de religión de toda mi infancia, en la que nos contaron la historia de unas apariciones en Portugal a unos pastorcitos pobres. Se me quedó grabada profundamente y a veces pensaba en ella. En otra ocasión, yo estaba en el oratorio de mi escuela primaria cuando de repente vi un libro al azar, y lo abrí en una página donde estaba escrito: “Lucía describe el infierno así: un mar de fuego donde las almas se queman y hay llantos de dolor.”. De la impresión que me dio, fui a contárselo amis amigas.
Estas son unas de las coincidencias por las que yo llevo toda mi vida ligada a Fátima y al Corazón Inmaculado de María. Vosotros también lo estáis. A lo mejor no tuvisteis ningún inicio de conversión hacia una devoción o algo similar, pero os aseguro; el cielo os tiene presentes y sois escogidos,ya que estáis cerca de una tierra donde sucedieron (y CADA DÍA suceden) milagros, para dar testimonio de vuestra fe con la ayuda de la mano de María Santísima.
Empecé Segundo curso de Secundaria. Tenía mi trato personal con Dios pero a causa de mi inmadurez debía de ser insuficiente. Iba cada día a misa y rezaba bastante. Llegó el fin de curso y, aunque no tenía ganas, yo el día 30 de junio iría de viaje a Fátima con un grupo de jóvenes si aprobaba todas las asignaturas, y así fue-. Dios me concedió ese gozo. Una convivencia durante nueve días en un lugar Santo.
Al llegar a Fátima yo no quería saber nada de la Virgen, nunca había tenido ningún trato con la Virgen. Estuve tres días allí amargada sin nada que me motivase, sólo la comida… Hasta que llegó el mejor día de mi vida, el día que cielos y tierra llevaban esperando durante trece años. 4 de julio. Me levanté de la cama y las primeras palabras que le dije a una amiga fueron: ” ¿Me acompañarás a ver la tumba de Jacinta?” Ella se quedó francamente sorprendida. Les iba piediendo esto a todas mis amigas y monitoras pero nadie me hacia caso o me preguntaban qué bicho me había picado de repente. Fuimos a una meditación dirigida por un sacerdote, luego asistimos a la Santa Misa y cuando terminó salí corriendo acudiendo al deseo de mi alma de visitar la tumba de Jacinta. No puedo contar nada de lo que paso allí, simplemente porque fue inefable. Me arrodillé y no recuerdo más.
Ustedes pueden presentir que yo a partir de aquel día era otra persona y que estaba predestinada a esto. Justamente me pasó para que yo ahora esté con vosotros y con muchos más hablando de mi vida, hablando de lo que me hace feliz DE VERDAD y de cómo vosotros podéis ser felices como yo sin que Jacinta os haya escogido junto con Cristo de una manera tan directa como la mía. Cristo escoge a cada uno de una manera distinta para una tarea distinta. Queridos amigos de Portugal, queridos por Fátima y por los cielos: SED Y HACED QUE LOS OTROS SEAN. AMAR ES LUZ, Y SERES DE LUZ NUNCA MORIRÁN.
AMAR ES LUZ, Y SERES DE LUZ NUNCA MORIRÁN.
Si a mí me preguntan: “¿qué es Fatima?” yo les respondo: UN MILAGRO. Es un milagro que pocos logran entender, pero yo sé que podéis porque rezo por vosotros para que os sea divertido de entender y poner en práctica: Es un puro milagro que yo os cuente esto ahora porque las coincidencias venidas de Dios no son más que destinos alcanzados. A lo mejor uno de vosotros lee esto porque necesita saber que alguien reza por él o ella. Puede ser que yo cuente mi historia, se anime a ir a Fátima y le suceda algo extraordinario. Recuerden, todo pasa por algo porque para Dios nada pasa porque sí. Pasa porque un pasar es un pisar y un pisar es superar. Superar miedos, dificultades o cualquier otra cosa que les preocupe; con Fátima en su corazón alcanzarán esto.
Yo sólo les puedo hablar de Fátima porque es lo que a mí me ha cambiado la vida. ¡Ojalá les cambie también a todos vosotros! Es precioso y provoca una felidad inmensa saber que dos Santos te escogen cada día a ti personalmente desde las 00:00 para que les ayudes A ELLOS, QUE ESTAN AL CIELO CON EL MISMíSIMO DIOS a cumplir con sus objetivos con otros hombres. Por eso mismo hago esto yo ahora. Gracias al Padre Hugo lo he podido hacer realidad, mas una de mis tareas y una de las del cielo para mí era hacer este escrito para que tomen conciencia de la importancia de quiénes somos y por qué pasa todo ya que estamos destinados, que Dios nos tiene en la palma de su mano y cuando hay dificudades aprieta su puño para protegernos del mal. Pero no abramos ese puño en el que Dios nos tiene guardados, recemos por los que están lejos de Él, que no tienen tanta suerte como nosotros. Tanta suerte de tenerlo cada día en el Sagrario y casi ni acordarnos, en la Eucaristia, en la confesión.
Yo con mi corta edad apenas cumplo con la Eucaristía a diario y me confieso cada semana… pero aseguro que con esfuerzo todo sale. Cerremos el puño de Dios y cerremos el de otros, hagamos la vida más fácil a quienes la tienen diícil, lejos del Señor, lejos de Fátima, lejos de María. Hablemos para motivar, nunca para reñir. Miremos a los otros con amor y queriendo transmitir paz, nunca con venganza. Hagamos sacrificio e intentemos rezar el Rosario cada día. Eso cuesta, pero agrada a Dios.
Sigamos el ejemplo de los Santos Francisco y Jacinta Marto. Que os bendigan y acompañen cada día y os indiquen vuestro camino de la mano de Dios. Amén.